|
ARTÍCULO DEL MES
EL INICIO: TEMOR A…¿LO DESCONOCIDO?En una tierra en guerra había un rey que causaba espanto. Cuando tomaba prisioneros, no los mataba sino que los llevaba a una sala donde había un grupo de arqueros de un lado y una inmensa puerta de hierro del otro, sobre la cual se veían grabadas figuras de calaveras cubiertas de sangre. En esta sala el rey les hacía formar un círculo y les decía: "Pueden elegir entre morir atravesados por las flechas de mis arqueros o pasar por esa puerta misteriosa". Todos elegían ser muertos por los arqueros.
Al terminar la guerra, un soldado que durante mucho tiempo había servido al rey se dirigió al soberano y le dijo:
- Señor, ¿puedo hacerle una pregunta?
- Dime, soldado.
- ¿Qué había detrás de la horrorosa puerta?
- Ve y mira tú mismo- respondió el rey.
El soldado, entonces, abrió temerosamente la puerta y, a medida que lo hacía, entraron rayos de sol que aclararon el ambiente... Descubrió sorprendido que la puerta se abría a un bello camino que conducía a la libertad. Y el rey observó:
- Yo les daba a ellos la posibilidad de elegir, pero preferían morir que arriesgarse a abrir la puerta.
Esta breve historia ilustra lo que suele ocurrir con las personas que vienen a buscar un tratamiento y se encuentran con nosotras.
¿Quiénes nos buscan? Como somos un equipo de Nutrición especializados en trastornos de la alimentación, llega a nuestra consulta una variedad bastante amplia de pacientes. Vamos a referirnos especialmente a la población que registra sobrepeso, desde un sobrepeso estético acompañado del gran peso de una imagen corporal distorsionada; hasta la obesidad mórbida en alto grado que conlleva un riesgo en la vida.
La inmensa mayoría ya han pasado por otros tratamientos. Casi todos han probado “la última” dieta que, “ésta vez sí”, sería “definitiva”. En este punto, las historias podrían calcarse. Todos se han sometido al juego “Cambie su silueta y cambiará su vida" , en el cual los jugadores son siempre los mismos. Un juego, en apariencia inocente, que va socavando la valía personal en forma directamente proporcional a la cantidad de veces que se juega.
El juego es así: Una persona, descontenta con uno o más aspectos de su vida, ve la caja del juego que atrae con su título: “Cambie su silueta y cambiará su vida”. Hoy todo viene envasado en esa caja. Al principio, sólo se encontraba en las revistas femeninas. Así que es muy fácil que cualquiera que está algo complicado con su existencia en el planeta _ ¿quién no? _ rápidamente encuentre alivio en este juego.
Es fácil: alguien, que generalmente tiene alguna autoridad científica, le da un plan. Le receta la forma correcta de alimentarse para poder cambiar su vida.
Naturalmente, como la ecuación ingreso / egreso en la contabilidad energética del cuerpo es cierta, la persona pierde peso.
Naturalmente, no es cierto que la vida cambie, salvo que una persona que pierde muchos kilos ahora puede atarse los zapatos, salir a caminar, y antes no podía. Pero las complicaciones de la vida, esas no. Esas no se resuelven. Por el contrario, se dejan ver con más fuerza. Entonces sobreviene la desilusión.
Además, generalmente el Dr X. no coincide en los gustos con todas las personas, ni puede adivinar qué necesita comer cada uno de los usuarios del juego en cada una de sus ingestas; razón por la cual siempre se generan carencias durante el curso de la dieta. Carencias y vacíos en lo físico, que son compensadas al finalizar la misma. Carencias y frustraciones en lo emocional que se silencian y se calman con comida. Así, el ignoto participante sube de peso, incluso sobrepasando el peso inicial.
Paradójicamente o no, el participante no ve en todo esto sino su culpabilidad. Llega a creer muy fácilmente que es él quien no funciona, y no el juego en el que entró. Es cierto: él no funciona, pero no en el punto de la alimentación, al menos al principio. El no funciona en el sentido de meterse en este juego y dejar que abusen de su persona, derribando las bases mismas de su valor como ser humano. Las dietas lo han reducido al status de “nene malo e incorregible”, incapaz de seguir una disciplina.
Es increíble, pero todos nos hemos sometido en algún momento. Incluso el mismo mundo médico. Nadie se cuestiona este paradigma. Las dietas, antiguamente recetadas sólo como una medicación, ahora las usa todo el mundo. Es como si de golpe los antibióticos se generalizaran en su uso, tomándolos todo el mundo en forma indiscriminada, y luego culpándose porque ahora las bacterias se han vuelto resistentes.
Antes las dietas eran recetadas ante una disfunción: una dieta para diabéticos, otra para las diarreas (¿quién no ha estado comiendo arroz blanco algunos días?), etc.
Pero ahora la palabra Dieta se ha cargado de otro significado. Ahora significa: camino hacia la felicidad.
Hasta aquí, una apretada síntesis de los carriles por los que transita una persona antes de consultarnos.
Cuando les decimos que nosotras no trabajamos con dietas, las reacciones son múltiples. La mayoría nos miran atónitos, piensan que nos hemos vuelto locas o que hemos tomado una sobredosis de barbitúricos mezclados con alcohol como desayuno.
Nada de eso, les decimos. En cuanto dejamos de hablarle a los despojos de la persona que algún día hubo allí, y nos dirigimos a sus células, recordándoles que ellas sí saben de alimentación; en cuanto les decimos que ellas sí saben qué necesita ese cuerpo, cuándo y cuánto necesita de cada nutriente; en cuanto les recordamos que ellas mantienen conexión permanente con la central inteligente de su sistema; en cuanto toman consciencia de que esta central informa constantemente a todas las células y órganos de las carencias y excesos del cuerpo; sobreviene un alivio instantáneo, y aceptan el tratamiento. Entonces, ya han optado por ir hacia la puerta llena de calaveras ensangrentadas, en lugar de seguir haciéndose atravesar por las flechas de los arqueros del rey.
Por supuesto que el camino no es lineal. Luego, habrá que tolerar la compensación inicial, producto del juego de la “vida feliz”. Esto es el equivalente a las calaveras que adornan la puerta del siniestro rey de nuestra historia. Hay que atravesar esa puerta, hay que mirar esas calaveras de frente. También es necesario conocerlas y trabajar con ellas. Habrá que tomar de ellas toda la energía necesaria para tomar ese picaporte y abrir esa puerta. Eso lleva un tiempo. Pero entonces, las personas ya habrán comprendido que no es necesario morir a manos de las flechas de los arqueros.
En materia de nutrición estamos frente a un cambio de paradigma. Esto no quiere decir que un cambio en el ADN de la humanidad ahora exija un modo diferente de alimentarse. Estamos frente a un cambio de algo que no necesitó cambiarse nunca. Ahora debemos volver a las fuentes. Ahora debemos recordarle a cada uno, o mejor dicho, a cada célula existente en las personas, que ellas sí saben lo que necesitan cada vez.
|
|
